_____por Andrés Sorel
¿De dónde ha salido este aprendiz
de brujo, esa criatura despótica y de mirada y gesto de suficiencia que tan
bien administra el lenguaje salido de Goebels para embaucar a las gentes a las
que llama pueblo? Porque ya sabemos: una mentira mil veces repetida acaba
convirtiéndose en verdad, y una realidad ocultada mil veces termina por
desaparecer de la mente de quienes la sufren, y unas palabras que no debieran
ser sagradas se convierten en un chantaje y embaucamiento que oculta los
problemas reales para crear ilusiones que no se fundamentan en hechos concretos
y transformadores de la sociedad en que se produce este engaño.
El hombre soberbio, el hombre sin
atributos, quiere convertirse en nuevo Conductor de un pueblo al que ciega con
sus trucos de funambulista y trilero disfrazado de burgués. Y no hablamos de su
proyecto de destruir a España, porque España, pobre de él, pobres de nosotros,
está destruida desde los tiempos de los Reyes Católicos. Es la España de los nostálgicos
falangistas, pero también de cuantos personajes corruptos han destrozado el
litoral que va desde las costas
de Girona a las de Cádiz, de la banca de Rato y
la banca de
Artur Mas no está independizando
a su pueblo: Por cierto, para qué, dónde quiere ir, liberarse de España y no de
Estados Unidos, cambiar a Botin por Andelson u otro corrupto estafador similar,
sustituir el castellano por el inglés, respetar el fraude de los bancos, mirar
hacia Alemania en vez de hacia Islandia, no: lo que está destruyendo es al
propio pueblo catalán, no a sus oligarcas o a los burócratas políticos que un
día hablan de independencia y otro terminan de tertulianos bien pagados de las
televisiones, ahora cantan himnos y besan banderas y después meten la mano en
las cuentas de ahorro, en los proyectos urbanísticos o hasta en instituciones
sacrosantas como el Liceo de la cultura de la gran burguesía que siempre baila
con el poder que la permite heredarse a si misma.
Más vale que se combatiera los
signos y culturas que alienan a los pueblos, desde las banderas y los himnos a
los deportistas que son algo más que deportistas, se terminara con los falsos
héroes y se creara una cultura propia, colectiva, al servicio de todos los
habitantes que conformaran una auténtica nación propia, independiente y al
tiempo colaboradora de todas las patrias de los pueblos, no de los terroristas
económicos que los sojuzgan. Igualdad, justicia, libertad, fraternidad,
diferencia: hable de esto el farsante Artur Mas y no se convierta en un
fascistilla más de lo que tantos hemos soportado y soportamos en este triste,
trágico país que todavía es España, que ojala pasara junto a la Alemania del Kaiser, de
Hitler y de Merkel, o los Estados Unidos del gran Imperio de nuestro tiempo, al
basurero de la historia.
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