Hay dos clases de periodismo, uno bueno y ya viejo, que dominó el siglo XIX y buena parte del XX al que debemos una forma de entender la
información basado en la investigación, en el secreto de la noticia. Por otra
parte, aquella prensa, me atrevería a decir que gozaba en su mayoría
de una autonomía financiera que la posibilitaba para ejercer un contrapoder
dentro del poder establecido. Este periodismo jugó un papel importante para el
asentamiento de las democracias
burguesas ya que se gano a pulso el derecho a la información como uno de
los pilares de la democracia. No es
menos cierto que el poder político y económico siempre han tratado de ejercer
un control sobre los medios con el fin de atraerles para conseguir sus fines,
fines estos, que a veces caían fuera de
la legalidad que ellos mismos administraban. Hay dos hechos fundamentales que
van a marcar el final de un periodismo independiente, la guerra del Vietnam y el caso Watergate. En los dos casos se plasmo la fuerza y la
creación de opinión que puede llegar a tener una información cuando esta
canaliza y da visibilidad a las aspiraciones del pueblo . Podemos decir que ese
periodismo de los viejos tiempos tenía honor, responsabilidad, dignidad. Hoy con
los medios de comunicación de masas en manos de constructores, empresas de
telefonía, magnates de la alimentación, etc.
han perdido la frescura y la libertad para soñar y hacer soñar un mundo
donde el pensamiento y el sufrimiento caminen de la mano en busca de la
fraternidad. A lo más que aspiran la mayoría de los medios de hoy es a la
caridad y a la evasión dando siempre la misma cara, tediosa y odiosa que
pretende frenar el avance natural del raciocinio humano.
Por otro lado vemos como se abre
paso otra forma de información a través de las redes sociales. Actúan estos
impulsados por la necesidad de saber que ese otro, que vive a su lado, también existe,
que tiene sus mismos problemas, que siente sus mismos impulsos, que comprende y
comparte los anhelos por salir de un mundo de explotación, de aburrimiento y de
aislamiento al que se ve sometido. Este compartir pensamiento y sentimiento va
creando lazos de fraternidad que van más allá de una mera información. Y estos
lazos no están completos si no se hacen
visibles en el actuar. De forma lenta y sin pausa se va proyectando y creando
un contrapoder, ocupando ese espacio que van perdido los medios controlados por
un poder que actúa al margen de los ciudadanos. Dentro de estos medios
altruistas, sin poder económico, sin
padrinos que los patrocinen, sin
subvenciones que les aten y sin vergüenza que les avergüence estamos
nosotros…somos lo que somos y tenemos el derecho a decir lo que pensamos, con
nuestro estilo y con nuestras contradicciones, pero con una idea clara, la de
la justicia y la del servicio a ese mundo que queda fuera de las páginas de los
grandes diarios. Y para nosotros es un orgullo saber que molestamos. Y así seguiremos mientras podamos. También
estamos seguros que algún periodista esto lo habría escrito mejor pero, es lo que hay.
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