por Rufino Hernández
Nada es lo que
parece. Recuerdo aquellas lecciones de religión en la escuela, donde nos
enseñaban y adoctrinaban sobre la zarza que se encontró Moisés en la montaña:
Aquella zarza ardía, se cubría de llamas, pero no se consumía.
Esta parte de
la historia del pueblo de Israel fue un adelanto a lo que hoy llamamos mundo
virtual, y que la señora Cospedal, en su celebérrimo discurso sobre lo diferido
y lo virtual, adaptó al caso Bárcenas.
Este discurso
cospedaliano parece ser que se ha hecho doctrina, y con tal éxito, que se ha
colado en el mundo pepero, de tal manera, que también ha llegado a nuestra
ciudad de Burgos, tomando asiento en la Casa Consistorial.
En el pleno
municipal de noviembre, la señora Calleja, como alumna aventajada de esta nueva
teoría filosófica, nos dio un importante discurso adaptado a un caso práctico, como
debe ser: teoría y praxis. Esta señora, en un esfuerzo ímprobo, se desgañitó
para demostrar la solidaridad de su concejalía y de todo el PP, con todas las
personas que sufren las injusticias de los desahucios de sus viviendas; más
tarde, una vez expuesto todos sus amplios saberes, y, con toda la normalidad
del mundo, votó en contra de las demandas de los desahuciados.
En el mimo pleno,
el Faraón LacayoII, el que no escucha, según Salinero, sacaba pecho sobre los
desmanes que Valladolid ejerce sobre Burgos. Nuestro barbilampiño alcalde se
refería al propuesto cierre del aeropuerto de Villafría, omitiendo en su
intervención, que son sus propios compañeros de partido los que mandan en
Valladolid.
Esta forma de
proceder no me extraña, todos recordamos la enorme cantidad de euros públicos
gastados en la promoción del “Burgos 2016” , “Burgos capital de la cultura”, pues
bien, detrás de aquellos aires de grandeza, hoy comprobamos que se estaba
ocultando el cierre de bibliotecas, guarderías, y demás servicios públicos que
hoy nos han usurpado.
Después vino
la compra del título “Capital de la Gastronomía ”; muchas alharacas, comilonas y fotogramas
en la revista Plaza Mayor y otros medios publicitarios trajeron consigo este
comprado título. De todas aquellas fanfarronadas y de las enormes pancartas
colgadas en las balconadas del Ayuntamiento, solamente queda el aumento de
cierres de comercios, y por consecuencia, el aumento del paro.
Ahora, a
nuestro insigne señor alcalde, en busca de nuevas fotos y nuevas promociones
personales, se le ha ocurrido rogar ante la UNESCO , el reconocimiento del casco antiguo de
Burgos como “patrimonio de la humanidad”. A este faraónico edil se le olvida
que fue él, en sus tiempos de Rey de la Baldosa , el que desnaturalizó el centro de
Burgos, robándole su vetustez y queriéndole adornar con lacitos de quinceañera;
con este nuevo estado en que se encuentra el centro histórico de nuestra
ciudad, es altamente difícil tal reconocimiento por ese organismo internacional.
Por ahora, este intento de búsqueda de nuevo título, está sirviendo para que
nuestro flamante regidor, junto con su séquito, viaje a Paris a costa de las
arcas municipales.
¿Hasta cuando
tanta insensatez?, ¿Cuándo romperemos este mundo virtual y en diferido
cospedaliano, y volvamos a nuestras raíces castellanas del “al pan, pan y al
vino, vino”?
Son muchas las personas, la mayoría diría yo, las
que están dispuestas a dar contestación a las anteriores preguntas, sin
embargo, las repuestas no se ejecutan, ¿porqué?
Existen
determinadas respuestas en determinados barrios, en determinadas fábricas,
empresas y ministerios, todas ellas se ponen las gafas de su propio chiringuito
y con ellas se miran su propio ombligo; el resultado es que estas repuestas
carecen de un sentido, de conjunto, unificador, globalizador.
Es necesario
que nuestras respuestas sean comunes, tengan ese sentido globalizador, y unificador,
capaz de poder desterrar de sus discursos y sillones, a todo este número de
personajillos que dominan la vida política, económica y municipal.
Habría que aprobar una ley que obligase a TODAS las autoridades a cumplir los servicios sociales básicos en unas condiciones mínimas aseguradas. A partir de ahí, y siempre previo referendum vinculado a aportación obligatoria para los que voten que sí (como en las comunidades de vecinos para gastos suntuarios), se les permitiría hacer las estupideces que su ego necesite.
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