por Rufino Hernández
Se marchó el sol de la plaza
ya no hay gritos ni consignas
ni pancartas
ni aquella filosofía resumida en ocho
letras
se marchó
se marchó el sol de la plaza.
No fue sólo la mordaza
ni el cansancio de la gente
ni el bozal del ministerio
ni los robos, ni el derroche
el pueblo en los tiempos duros
siempre los silencios rompe.
¡No!
la calma tiene aliados
y las sombras caramelos
detrás de las bambalinas
siempre está la mano negra
que dirige a los muñecos.
La nueva plaza es la tele
y el tertuliano el muñeco
el actual sabelotodo
que se sacia en el pesebre
convierte lo blanco en negro
y lo sucio en transparente.
¡Ahí está la nueva plaza!
¡mire usted!
¡cómo divierte!
coge los llantos del pueblo
y los convierte en deleite
el viejo y nuevo político
sigue llenando el pesebre.
La calle y plaza vacía
tú
y yo
aquí
soledades.
Coge tu voto y mi voto
lo echaremos al retrete.
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