jueves, febrero 05, 2015

UN HOMBRE ALGO MÁS QUE UN VOTO

por El Abuelo Libertario

     UN HOMBRE ALGO MÁS QUE UN VOTO
   En 1977 tres aprendices a libertarios: Virgilio Mazuela, Antonio Aragón y Ángel Barredo salimos al ruedo y sin encomendarnos ni a Dios ni al diablo, dimos una charla en colegio de Las Jesuitinas, bajo el título “Un hombre algo más que un voto”. No esperábamos, ni  con mucho, la acogida de la charla (más de 300 personas) que cuestionaba el sistema electoral que se nos venía encima.
   El 10 de febrero del 2000 en el Ateneo Popular “Los Otros” y días antes de unas elecciones Virgilio Mazuela y Ángel Barredo, bajo el mismo título volvimos a abrir un debate sobre los procesos electorales, sobre la democracia como ente regulador de la vida política y social. Lo que se trascribe es parte de aquella charla (Exceptuando la parte final).
      “Nosotros no votamos. Pero el objetivo de esta charla no es cuestionarse el votar o no votar. No queremos hacer una cuestión inamovible de esto. Pretendemos la reflexión y el debate de ideas, sobre un tema del que hay muchas sombras y pocas luces.
   En 1977 muchos militantes honrados pensaban que el ideal revolucionario sería mucho más eficaz en la medida que los partidos políticos fueran los organizadores de la sociedad, cosa esta, que quizás se podría haber dado, si los
partidos hubiesen desarrollado otra estrategia en periodo de la transición: es decir. Si hubiesen estado más preocupados de articular la sociedad en función de las aspiraciones y problemática de la misma. Pero se dedicaron a negociar las formas que les diesen a ellos reconocimiento y poder.
   Durante los dos años que van de la muerte del dictador a las primeras elecciones, tanto partidos políticos como sindicatos están intercambiando paz social por democracia y legalización: “su legalización”.
   Recuerdo aquella vieja pancarta: “la libertad ni se negocia, ni se delega, se conquista y se disfruta”. Entonces como ahora apuntábamos,  que el disfrute de la libertad no debería de ser solamente de partidos y sindicatos, pagando el pueblo trabajador a través de las distintas reformas y de los ajustes salariales, el coste de una democracia incapaz de hacerla llegar allí donde el trabajador sufre más la jerarquización: “La Empresa”.
    Pensábamos que cuarenta años de lucha antifranquista no se podían reducir a  introducir una papeleta en una urna cada cuatro años, dejando la toma de decisiones en unas élites con las cuales no nos identificábamos. Nuestro concepto de aspiración democrática era y sigue siendo más profundo como veremos.
   Hace 23 años apuntábamos por donde vendrían los tiros, hoy los hechos nos han dado la razón.
   Con  la implantación de la democracia burguesa, el ciudadano ha quedado relegado a aquello que apuntábamos en 1977, a meter la papelina cada cuatro años y como mucho a pagar religiosamente la cuota del partido o del sindicato. Hemos visto el uso que del poder han hecho aquellos que fueron con idearios de izquierdas, hemos visto como en nombre del pragmatismo se iban colocando muchos de aquellos que un día soñaron otro mundo, hemos visto algunos progres perseguir con saña la utopía y a los que la defendemos. Hemos visto su corrupción y lo peor de todo, argumentos mediocres para defender lo indefendible. Hemos visto por desgracia más de lo que imaginábamos en 1977.
   Los sistemas democráticos se han  convertido en perfectas dictaduras: nada nuevo en el fondo si tenemos en cuenta a los clásicos del anarquismo.
   “Toda delegación implica perdida de la capacidad de decisión sobre todo lo que nos atañe y por tanto, sobre su desarrollo y realización, tanto en el plano individual como colectivo”.
   La delegación genera sus élites, que por sí mismas ya son jerárquicas: los electos se sitúan en un plano distinto y superior al resto al representar nuestra voluntad.
   Los cauces de participación que el propio sistema genera lo legitiman y abren mayores vías de dominación: son tan demócratas que te permiten disentir…folklóricamente: (música, santoral obrero, aparición en los medias, charlas…). Dentro de estos cauces “participativos”, ya sea en lo central o en lo periférico, lo que se pretende es la integración en el sistema, lo que le refuerza y muchas veces acaba destruyendo el tejido social horizontal. Por otro lado mantiene la ilusión de que todos somos iguales por el hecho de que todos los votos valen lo mismo. Sin embargo, mientras no se hable de una igualdad real, es decir: de una desaparición de las desigualdades sociales y económicas, carece de sentido hablar de unas igualdades formales. La manipulación de los procesos electorales por parte de los poderes económicos es un hecho constante en todas las democracias de mercado.
   Las decisiones importantes que afectan a lo social, político y económico no se toman en el parlamento, sino en los centros reales de poder: (Fondo Monetaria, Banco Mundial, Libre Comercio…). Los parlamentarios han sido reducidos a la función de discusión de asuntos secundarios o a la aprobación de lo que se ha decidido en otro lugar, convirtiéndose el parlamento en un organismo casi inútil. Conservar su existencia es simplemente conservar la existencia de una pantalla que impide ver quien decide, manteniendo la ilusión de que deciden nuestros representantes y que a través del voto se pueden cambiar realidades.
   Ante la situación de legitimación folklórica del sistema pluralista y ante una sociedad jerarquizada, dual, nuestra tarea debe empezar por delimitar los espacios, haciendo visible que somos LOS OTROS.
   Y somos los otros no solamente porque no votemos sino, porque negamos toda delegación, su mitificación y sobre todo la teatralización de lo político. Rechazar esta forma de política no quiere decir que seamos apolíticos, somos: horizontales, anti jerárquicos, partidarios de la democracia directa, de la asamblea y de la autogestión.
   Porque creemos en estos principios y queremos desarrollarlos en el hacer diario, no renunciamos a la lucha política, no queremos dejar la política en manos de los profesionales.
   Esa política con mayúsculas, tantas veces degradada por los políticos y convertida en estatismo, tiene que ser rehabilitada y devuelta a su significado original, en el que suponía una participación y una administración civil, levantándose en contraposición del Estado y extendiéndose más allá de los aspectos básicos de interpelación humana, que llamamos interrelación social.
   Con un significado totalmente radical hay que volver a la raíz de la palabra polis, introducirlo en el inconsciente vital del ciudadano de forma que se cree un espacio para una interrelación racional, ética y pública, que a su vez de lugar al ideal de democracia directa, de asambleas populares.
    Esto que escribimos y manifestamos en el año 2000 y anteriormente en 1977 se hizo práctica en una generación de jóvenes que en 2011 ocuparon las plazas de pueblos y ciudades de España. Hartos de ver la inoperancia de los partidos, hartos de ver una partidocracia alejada del sentir del pueblo, de ver como su voto solo servía a los interés de partidos y sindicatos, de ver como sus sueños elección tras elección eran arrinconados, se unen, juntan su dolor y empiezan a organizarse, sin saber bien hacia donde quieren ir, pero una cosa si tienen clara no quieren que las cosas sigan igual. Más que a favor de algo, están en contra de algo.
    Todo aquello que pasados unos años parecía olvidado, que todo había quedado en aguas de borraja, vemos como en el 2014 un marxismo-leninismo con un nuevo discurso, aprovechando aquellos gritos libertarios, aquella ilusión, aquellas asambleas y aquella democracia directa, salen de sus madrigueras y nos dicen: con vosotros abajo y nosotros arriba las cosas cambiaran, vuestros sueños y esperanzas se harán realidad. Dijo aquel libertario que algo debía saber del poder y del uso que de él hacen los partidos: “No confiéis nunca vuestro destino ni la solución de vuestros problemas a los profesionales de la política, ni permitáis tampoco que surjan líderes entre vosotros. Los unos y los otros os engañaran y harán lo imposible para que no podáis sustraeros a vuestra condición de esclavos. En realidad no comenzaréis a ser libres más que cuando seáis capaces de organizar vosotros mismos vuestra propia lucha”. No se conseguirá nada si no atajamos el problema real es decir; el capitalismo, en toda su extensión. Somos dependientes del sistema en todos los aspectos de nuestra vida, alimentario, cultural, ideológico, de valores. En una palabra tenemos que buscar unas nuevas relaciones, unas formas de sentir y vivir que nos humanicen. Decía José Luis San Pedro que cada cultura ha tenido sus referentes: “Los griegos tuvieron al hombre, la Edad Media a Dios y nuestra cultura al dinero”. Para acabar, decir que nosotros los libertarios: CAMINAMOS NO CORREMOS, POR QUE VAMOS MUY LEJOS.
    Fracasó la chaqueta de pana de Felipe…fracaso la ceja torcida de Zapatero… ¿qué será de la coleta? Ya lo contaremos. 


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