por El Abuelo Libertario
UN HOMBRE ALGO MÁS QUE UN VOTO
En 1977 tres aprendices a libertarios: Virgilio Mazuela, Antonio Aragón
y Ángel Barredo salimos al ruedo y sin encomendarnos ni a Dios ni al diablo,
dimos una charla en colegio de Las Jesuitinas, bajo el título “Un hombre algo
más que un voto”. No esperábamos, ni con
mucho, la acogida de la charla (más de 300 personas) que cuestionaba el sistema
electoral que se nos venía encima.
El 10 de febrero del 2000 en el Ateneo Popular “Los Otros” y días antes
de unas elecciones Virgilio Mazuela y Ángel Barredo, bajo el mismo título
volvimos a abrir un debate sobre los procesos electorales, sobre la democracia
como ente regulador de la vida política y social. Lo que se trascribe es parte
de aquella charla (Exceptuando la parte final).
“Nosotros no votamos. Pero el
objetivo de esta charla no es cuestionarse el votar o no votar. No queremos
hacer una cuestión inamovible de esto. Pretendemos la reflexión y el debate de
ideas, sobre un tema del que hay muchas sombras y pocas luces.
En 1977 muchos militantes honrados pensaban que el ideal revolucionario
sería mucho más eficaz en la medida que los partidos políticos fueran los
organizadores de la sociedad, cosa esta, que quizás se podría haber dado, si
los
partidos hubiesen desarrollado otra estrategia en periodo de la transición: es decir. Si hubiesen estado más preocupados de articular la sociedad en función de las aspiraciones y problemática de la misma. Pero se dedicaron a negociar las formas que les diesen a ellos reconocimiento y poder.
partidos hubiesen desarrollado otra estrategia en periodo de la transición: es decir. Si hubiesen estado más preocupados de articular la sociedad en función de las aspiraciones y problemática de la misma. Pero se dedicaron a negociar las formas que les diesen a ellos reconocimiento y poder.
Durante los dos años que van de la muerte del dictador a las primeras
elecciones, tanto partidos políticos como sindicatos están intercambiando paz
social por democracia y legalización: “su legalización”.
Recuerdo aquella vieja pancarta: “la libertad ni se negocia, ni se
delega, se conquista y se disfruta”. Entonces como ahora apuntábamos, que el disfrute de la libertad no debería de
ser solamente de partidos y sindicatos, pagando el pueblo trabajador a través
de las distintas reformas y de los ajustes salariales, el coste de una
democracia incapaz de hacerla llegar allí donde el trabajador sufre más la
jerarquización: “La Empresa”.
Pensábamos que cuarenta años de
lucha antifranquista no se podían reducir a
introducir una papeleta en una urna cada cuatro años, dejando la toma de
decisiones en unas élites con las cuales no nos identificábamos. Nuestro
concepto de aspiración democrática era y sigue siendo más profundo como
veremos.
Hace 23 años apuntábamos por donde vendrían los tiros, hoy los hechos
nos han dado la razón.
Con la implantación de la
democracia burguesa, el ciudadano ha quedado relegado a aquello que apuntábamos
en 1977, a meter la papelina cada cuatro años y como mucho a pagar religiosamente
la cuota del partido o del sindicato. Hemos visto el uso que del poder han
hecho aquellos que fueron con idearios de izquierdas, hemos visto como en
nombre del pragmatismo se iban colocando muchos de aquellos que un día soñaron
otro mundo, hemos visto algunos progres perseguir con saña la utopía y a los
que la defendemos. Hemos visto su corrupción y lo peor de todo, argumentos
mediocres para defender lo indefendible. Hemos visto por desgracia más de lo
que imaginábamos en 1977.
Los sistemas democráticos se han
convertido en perfectas dictaduras: nada nuevo en el fondo si tenemos en
cuenta a los clásicos del anarquismo.
“Toda delegación implica perdida de la capacidad de decisión sobre todo
lo que nos atañe y por tanto, sobre su desarrollo y realización, tanto en el
plano individual como colectivo”.
La delegación genera sus élites, que por sí mismas ya son jerárquicas:
los electos se sitúan en un plano distinto y superior al resto al representar
nuestra voluntad.
Los cauces de participación que el propio sistema genera lo legitiman y
abren mayores vías de dominación: son tan demócratas que te permiten
disentir…folklóricamente: (música, santoral obrero, aparición en los medias,
charlas…). Dentro de estos cauces “participativos”, ya sea en lo central o en
lo periférico, lo que se pretende es la integración en el sistema, lo que le
refuerza y muchas veces acaba destruyendo el tejido social horizontal. Por otro
lado mantiene la ilusión de que todos somos iguales por el hecho de que todos
los votos valen lo mismo. Sin embargo, mientras no se hable de una igualdad
real, es decir: de una desaparición de las desigualdades sociales y económicas,
carece de sentido hablar de unas igualdades formales. La manipulación de los
procesos electorales por parte de los poderes económicos es un hecho constante
en todas las democracias de mercado.
Las decisiones importantes que afectan a lo social, político y económico
no se toman en el parlamento, sino en los centros reales de poder: (Fondo
Monetaria, Banco Mundial, Libre Comercio…). Los parlamentarios han sido
reducidos a la función de discusión de asuntos secundarios o a la aprobación de
lo que se ha decidido en otro lugar, convirtiéndose el parlamento en un
organismo casi inútil. Conservar su existencia es simplemente conservar la existencia
de una pantalla que impide ver quien decide, manteniendo la ilusión de que
deciden nuestros representantes y que a través del voto se pueden cambiar
realidades.
Ante la situación de legitimación folklórica del sistema pluralista y
ante una sociedad jerarquizada, dual, nuestra tarea debe empezar por delimitar
los espacios, haciendo visible que somos LOS OTROS.
Y somos los otros no solamente porque no votemos sino, porque negamos
toda delegación, su mitificación y sobre todo la teatralización de lo político.
Rechazar esta forma de política no quiere decir que seamos apolíticos, somos:
horizontales, anti jerárquicos, partidarios de la democracia directa, de la
asamblea y de la autogestión.
Porque creemos en estos principios y queremos desarrollarlos en el hacer
diario, no renunciamos a la lucha política, no queremos dejar la política en
manos de los profesionales.
Esa política con mayúsculas, tantas veces degradada por los políticos y
convertida en estatismo, tiene que ser rehabilitada y devuelta a su significado
original, en el que suponía una participación y una administración civil,
levantándose en contraposición del Estado y extendiéndose más allá de los
aspectos básicos de interpelación humana, que llamamos interrelación social.
Con un significado totalmente radical hay que volver a la raíz de la
palabra polis, introducirlo en el inconsciente vital del ciudadano de forma que
se cree un espacio para una interrelación racional, ética y pública, que a su
vez de lugar al ideal de democracia directa, de asambleas populares.
Esto que escribimos y manifestamos en el
año 2000 y anteriormente en 1977 se hizo práctica en una generación de jóvenes
que en 2011 ocuparon las plazas de pueblos y ciudades de España. Hartos de ver
la inoperancia de los partidos, hartos de ver una partidocracia alejada del
sentir del pueblo, de ver como su voto solo servía a los interés de partidos y
sindicatos, de ver como sus sueños elección tras elección eran arrinconados, se
unen, juntan su dolor y empiezan a organizarse, sin saber bien hacia donde
quieren ir, pero una cosa si tienen clara no quieren que las cosas sigan igual.
Más que a favor de algo, están en contra de algo.
Todo aquello que pasados unos años parecía
olvidado, que todo había quedado en aguas de borraja, vemos como en el 2014 un
marxismo-leninismo con un nuevo discurso, aprovechando aquellos gritos
libertarios, aquella ilusión, aquellas asambleas y aquella democracia directa,
salen de sus madrigueras y nos dicen: con vosotros abajo y nosotros arriba las
cosas cambiaran, vuestros sueños y esperanzas se harán realidad. Dijo aquel
libertario que algo debía saber del poder y del uso que de él hacen los
partidos: “No confiéis nunca vuestro destino ni la solución de vuestros
problemas a los profesionales de la política, ni permitáis tampoco que surjan
líderes entre vosotros. Los unos y los otros os engañaran y harán lo imposible
para que no podáis sustraeros a vuestra condición de esclavos. En realidad no
comenzaréis a ser libres más que cuando seáis capaces de organizar vosotros
mismos vuestra propia lucha”. No se conseguirá nada si no atajamos el problema
real es decir; el capitalismo, en toda su extensión. Somos dependientes del
sistema en todos los aspectos de nuestra vida, alimentario, cultural, ideológico,
de valores. En una palabra tenemos que buscar unas nuevas relaciones, unas
formas de sentir y vivir que nos humanicen. Decía José Luis San Pedro que cada
cultura ha tenido sus referentes: “Los griegos tuvieron al hombre, la Edad
Media a Dios y nuestra cultura al dinero”. Para acabar, decir que nosotros los
libertarios: CAMINAMOS NO CORREMOS, POR QUE VAMOS MUY LEJOS.
Fracasó la chaqueta de pana de
Felipe…fracaso la ceja torcida de Zapatero… ¿qué será de la coleta? Ya lo
contaremos.
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