Por Eduardo Nabal
El gobierno o algunos de
sus integrantes, no sabemos si para despistar a un ciudadano asustado por la
llamada “crisis económica”, se ha dedicado este Agosto a decir más tonterías de
lo habitual y no me refiero solo a Ana Botella que podía escribir otro libro
con sus declaraciones. Pero no son tonterías inocentes, saben que tienen su
público. Así Soraya y Cospedal diciendo en tono de colegio de monjas franquista
que “violar a una prostituya no es delito” o otra diputada del PP defendiendo “EL
toro de la Vega” porque “ya no les cortan los testículos” son algo más que
“boutades”. Son formas de asegurarse a los suyos. Suponemos que ese lenguaje
machista lo aprendieron de sus padres y los transmitirán a sus hijos pero ahora
se les ve nerviosos por un posible avance de la izquierda. Van dirigidas a un ciudadano empobrecido
material e intelectualmente como forma de señalar a gente a la que hacer daño,
ese daño que hacen con sus expedientes
de regulación de empleo, sus hachazos a la cultura, la sanidad y la educación,
su desprecio a las huelgas y
manifestaciones, su odio a la diversidad sexual y el derecho a decidir de las mujeres sobre sus cuerpos y sus vidas. En fin, que a pesar de la intensa sesión de maquillaje, estamos ante la misma
derechona fascista y bocazas que mató a
Lorca después de llamarlo en público o en privado “El maricón de la pajarita”
Estas diputadas del PP presumiendo de moral, cuando hay pocos ayuntamientos de
los suyos donde no haya habido desfalcos a gran escala, darían risa si
estuviéramos en otros tiempos en los que opinar no fuera un peligro para la
salud y la seguridad en la vivienda, el empleo, la sociedad. En las que los que
la pluralidad informativa no empezará a ser un lujo. Ningún avance es
permanente si no se sigue en el camino, eso es evidente hoy para las mujeres y
la gente LGTBQ, también para los que vienen de fuera o son mas vulnerables
económicamente.
Es conmovedor que haya
gente que venga a Burgos a ver Gamonal porque aquí vecinos “vencieron” al
ayuntamiento armado. Pero no nos engañemos, no hay todavía un discurso político
solido en la ciudad como para que no sigan gobernando los de siempre y de la
forma de siempre. Y no vencieron a nadie, consiguieron un alto el fuego. Además
nos queda la duda razonable de que, al menos gran parte de los manifestantes,
tuviera más objetivo que defender lo suyo. El si se puede, algunos lo olvidaron
pronto. Algo que no me extraña en una ciudad que quiere homenajear a generales
franquistas, donde se cierran librerías y escuelas mientras los negocios
sucios de la compraventa y transformer son amigos de la policía local. Un panorama
pueblerino y con aires mafiosos del que
no nos rescata ni una catedral gótica ni un museo pretencioso dedicado, como
no, a nuestros mas lejanos antepasados. Las profesoras buenas en la universidad
siguen estando solas mientras las del Opus campan por sus respetos. La cultura
en la universidad está secuestrada por la endogamia tangente y los programas de
transgresión de segunda clase.
El PSOE no hace más que
callar y poner orden en sus filas con un nuevo candidato tan joven como cercano
al centrismo mercantilista. Un candidato joven pero que no puede enganchar a
los jóvenes que engrosan las filas del paro. Es decir, con mejores maneras y mejor aspecto,
otro esclavo de los dictados económicos de la Europa de hoy. Imágenes como la
policía rodeando el congreso, Maruja Torres abandonando el periódico EL PAIS o el ministro de Cultura ausente de los Goya
nos retrotraen a estampas de otro tiempo. Por si alguien no sabe lo que fue la
dictadura vienen los cachorros del PP, brazo en alto y bandera del pollo en ristre,
a recordárnoslo con todo detalle.
Para los que hemos nacido
en Burgos el hecho escalofriante de que los que nos gobiernan estén mas cerca
de la brutalidad prehistórica que de cualquier atisbo de intelecto no nos sorprende. Pero las
declaraciones racistas de Ana Botella, homófobas del Ministerio del Interior, o
machistas de Soraya y “sus amigas”, nos ponen ante una evidencia. Estamos en
manos de gente poco recomendable,
peligrosa en todos los sentidos de la palabra. Su partido sabía lo del
Gurtel como sabía lo de la saga Pujol pero calló por si les tocaba un pedazo de
pastel. Y vaya pastel. En fin que estamos
ante un estado de excepción disfrazado de folclore derechista, acorde con lo
que fue la Italia de Berlusconi, lo que es la Alemania de Merkel o la Rusia de
Putin o lo que puede ser, si ese pueblo al que insultan- aquí y allí- no lo
impide, “la Francia de Jean Marie LePen”-
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