MANGANTES. SINVERGÜENZAS. FASCISTAS

CARLOS DE LA SIERRA

Después de varios meses sin escribir en El Perdigón, desentrenado, pido perdón antes de enfrentarme a esta entrega conmemorativa del n.º 100. Desde luego, confieso que no sabía por donde empezar, pero, apenas echo una mirada sobre la actualidad de esta alocada sociedad encuentro cientos de asuntos de moda. De fondo musical, como es costumbre en mí, escucho hoy el Piano Concerto nº 1 de Tchaikovsky en una formidable interpretación de la pianista georgiana Khatia Buniatishvili: exquisita, furiosa, dulcísima. Pero, vayamos al grano. De verdad que hubiera preferido hoy hablar de la importancia de celebrar un centenar de números, inspirado siempre por la máxima de nuestro singular amigo Virgilio Mazuela Rubio: “Utiliza el humor para contar todo, Carlos. ¡No seas cazurro!”. Y remataba sus palabras con un sonoro: “¡Bobo de los cojones!”. Gracias Virgilio, amigo del alma. Descansa en tu eternidad. El asunto es de una gravedad extrema, aunque tampoco es una gran novedad constatar que vivimos en una Comunidad lastrada por el clientelismo rural, la ignorancia patológica, el clericalismo carcunda, los “emprendedores aventados”; y así seguiría hasta el fin de los días. Resulta que, de la noche a la mañana y a mayor gloria de un partido reconocidamente fascista de toda la vida, se ha institucionalizado otro partido, filonazi, nacido en las tripas del fascismo de toda la vida, citado más arriba; y ahora, libre del cordón umbilical de la madre se dedica a hacer sus gamberradas, sus chorradas de adolescente mal criado y a joder la marrana, bien jodida. Y así estamos. Ellos, encantados de haberse conocido. Nosotros (bueno, unos pocos y pocas), hechos polvo, aplastados, pisoteados por sus botas militares, por su ¿ideología?, por su fascismo bárbaro y desatado. Recuerdo el título de una película española: “La familia, bien, gracias”. Y es que nada les gusta tanto como la familia tradicional, casada por la Iglesia, con muchos hijos, muchos hijos, muchos hijos… Bueno, les gusta también perseguir a periodistas, quemar librerías, suspender partidos políticos (todos los que no piensen como ellos), eliminar leyes de Memoria Democrática, arruinar sindicatos de clase, enaltecer los asesinatos de “honor” en el seno de la famiglia, discriminar a la mujer, “curar” a homosexuales, transexuales, lesbianas (bolleras, en su jerga). Son especialistas en “pillerías”, expertos trileros, emprendedores en escamoteos de todas clases (se valoran mucho los “palos”y “pa la saca”, en pandemias). En el Siglo de Oro esta práctica se llamaba picaresca. Sostengo que es latrocinio, sin matices. Bueno, la realidad no está para escribir gollerías. Esta Comunidad se ha convertido en el laboratorio de pruebas para las derechas y las extremas derechas, aunque nunca he sido capaz de distinguir unas de otras. Es Marca España: las derechas más miserables de Europa. Así que, majas, majos, ya sabéis lo que hay. Han sido votados en las urnas, y nosotros somos demócratas, ¿o no tanto? Desconozco si El Perdigón seguirá con sus denuncias, ojalá; pero, en todo caso, estamos bien jodidos como señalo en otra parte. No importa, que nadie se inquiete, después de todo llevamos una travesía por el desierto fascista (por el páramo fascista) de cientos de años, con algunos brevísimos espacios de libertad. Un gran abrazo compañeras y compañeros.

 

Burgos, en una tarde de aguadillas y luz hermosa.