lunes, octubre 17, 2022

LA ROTONDA

 

FERNANDO ORTEGA BARRIUSO

Existe en nuestra ciudad una rotonda significativa y céntrica, con nombre de un poderoso medio de comunicación: Diario de Burgos, rezan unas letras bien visibles para que todo ciudadano pueda quedarse con su nombre. Quizás haya sido un peaje hacia la influencia de “el jefe” y que demuestra, a su vez, el poder de los medios de comunicación, de la palabra que se evidenció en la disputa al formar el organigrama del nuevo gobierno de la comunidad por conseguir el control de la Dirección de Comunicación del mismo, que maneja oficialmente 17 millones de euros, de los que buena parte de ellos acabarán (amén de otras dádivas) en las arcas de los ínclitos Ulibarri/Gürtel-Púnica y Méndez Pozo/Caso de la Construcción, propietarios de un nutrido grupos de medios de comunicación.

El valor de las palabras, tasado recientemente en 44.000 millones de dólares en la compra de la red social Twiter. Palabras atrapadas, controladas, mercantilizadas.

Las palabras siempre poderosas, que las diversas elites intentan camuflar, manipular y censurar utilizando sinónimos, metáforas y juegos de palabras para intentar disfrazar y ocultar la realidad. Cambios aparentemente nimios, como el de la denominación de violencia machista por la de violencia intrafamiliar, pero que esconden ideologías e intereses muy concretos. Recogiendo la afirmación de Humpty Dumpty a Alicia en “Alicia a través del espejo”: “Cuando yo uso una palabra significa exactamente lo que yo quiero, ni más ni menos”.

Vivimos tiempos difíciles, en los que lo viejo no termina de morir y lo nuevo de nacer. Tiempos del imperio de la palabra con diverso significado, del disimulo de las ideologías escondidas en pieles de cordero, de palabras manipuladas, utilizadas desde los centros del poder, en los medios de comunicación… Segregando falsas noticias como forma primordial de comunicación, a veces sin querer, como ese traductor automático que convirtió al Centro Botín, de Santander en el inglés Loot Center (= centro de saqueo). Y, me temo, que no se equivocó.

Ese poder de la palabra es el que ya intuyó el grupo fundador de El Perdigón en aquel lejano 2001 y que ya figuraba en su editorial. Estrenábamos siglo y también un “folleto de expresión de la libertad de las minorías”, intención que se ha intentado mantener a lo largo de esos 20 años y 100 números. ¿Quién da más?

Palabras con las que un nutrido grupo de escritores, analistas, dibujantes… han tratado de iluminar, reconfortar, animar a sus congéneres. Esos perdigoncillos que tratan de molestar, incordiar, herir y defender causas perdidas.

Palabras que se querían transmitir y compartir para no resignarse a tener un encefalograma plano. Palabras incisivas, atrevidas, rompedoras, empleadas como dardos, que han tratado de sacar a la luz negocios, manipulaciones, amistades peligrosas, clientelismos, miedos y miserias. Quizá con el pensamiento de Juan Ramón Jiménez: “Palabras y alas. Pero que las alas arraiguen y las raíces vuelen”. Con los pies en el suelo pero con la cabeza volando, soñando, actuando…

Palabras muchas veces perseguidas, censuradas, encarceladas. Palabras denostadas, despreciadas, manipuladas. Entre ellas la palabra anarquismo. Hasta un buen personaje –Arturo Rigol- tiene reticencias sobre ella: “Me considero libertario. ¡No anarquista, ¿eh? Que si no estaría poniendo bombas!”. Anarquismo como sinónimo de violencia, bombas, caos… cuando lo único que defiende esa ideología es la lucha contra el autoritarismo en cualquiera de sus aspectos, ideológico, religioso, económico... Defender algo tan simple como ese dicho castellano de “Nadie es más que nadie”, y la solidaridad y ayuda mutua entre los hombres, sin jerarquías ni mandatos superiores. “De cada cual según sus posibilidades, a cada uno según sus necesidades”. Anarquismo igual a internacionalismo, solidaridad, ayuda mutua, multiculturalidad. Libertad en definitiva. Anarquismo constructivo, progresista, que, como decía Camus del hombre rebelde: un hombre que dice no pero luego deja tras de sí algo positivo, una alternativa.

Palabras a veces escuetas, como las que surgen en los chistes o dibujos de El Roto, y anteriormente Rai Ferrer, Perich, Forges, Máximo… De iniciativas editoriales como en su día Ruedo Ibérico. Palabras agazapadas en periódicos, radios, libros, pódcast, youtubes, películas… sean alternativos o no, iluminando caminos, rechazando las ideas retrógradas, o que no llevan a una prosperidad general; palabras que descubren los ocultos micromachismos o airean las violencias llamativas…

Palabras, que son lo único que tenemos desde la noche de los tiempos. Palabras como perdigones, que no matan pero molestan, hieren, provocan desazón, incordian… Incisivas y que, como dice Chomsky, “debemos hacer lo que podemos, no buscar lo que no podemos”. Peor es no hacer nada o matar moscas a cañonazos.

Palabras que en labios de algunas, muchas, personas intentan confundir: libertad, emprendimiento, liberal, oportunidad, progreso… que traducidas luego al lenguaje real significa uniformidad, miseria, carencias, jornadas maratonianas, salarios de miseria, urbanismo de ladrillo, discriminaciones de todo tipo… una sociedad caótica en nombre del falso liberalismo y libertad, a veces utilizando con descaro la palabra ‘libertario’. Palabras que aparecen cotidianamente en la vida: violaciones, guerras, racismo, machismo, destrucciones, desahucios, pobreza… que parece que no son provocados por ningún anarquismo furibundo sino más bien en nombre de la libertad de mercado.

Palabras  que comienzan por el prefijo co- como comunas, cooperativas, colectividades, cooperación… = acción en conjunto, tan queridas por el anarquismo y que suponen una filosofía de vida. También las palabras con inicio por anti- o in-, negando la existente, abundantes en los eslóganes del 15-M.

Palabras que se lleva el viento, pero que muchas de ellas, revoloteando, quedan en la mente de las personas, moldeándolas, iluminándolas, atrapándolas…

Palabras de libertad que tienen que continuar en fanzines, youtubes, libros, poesías, teatro, cine, canciones, tertulias, charlas… manteniendo un espíritu de cambio. Palabras como perdigones para denunciar, analizar, criticar, poner en cuestión, cambiar… Crear mundos nuevos. Palabras que vuelen creando espacios amplios en el feminismo, trabajo, cultura, internacionalismo… Palabras que caminen hacia Utopia e Ítaca.

Palabras, que como dice Joaquín Sabina, sirvan “para recuperar de nuevo / los nombres de las cosas / llamarle pan al pan / vino al vino / sobaco al sobaco / miserable al destino / y al que mata llamarle / de una vez asesino”.

Palabras como armas cargadas de futuro. Confrontar palabras, como hizo Marcos Ana en el penal burgalés que a recuento, cerrojos, muertos, muros… contraponía solidaridad, luz, libertad, amor… Palabras que aireen nuestras ideas de igualdad, fraternidad y libertad. Con palabras con las que construiremos nuestra memoria y nuestra identidad.

Al final, como escribió Blas de Otero, nos quedará la fuerza de las palabras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

vp


Radio Valdivielso


Zoozobra Magazine


Onda Expansiva


Diario de Vurgos


Las Merindades en la Memoria


Memorias de Burgos





Prensa Alternativa







Subscribe to RSS headline updates from:
Powered by FeedBurner





Subscribe to RSS headline updates from:
Powered by FeedBurner






Subscribe to RSS headline updates from:
Powered by FeedBurner

Subscribe to RSS headline updates from:
Powered by FeedBurner

Subscribe to RSS headline updates from:
Powered by FeedBurner

Subscribe to RSS headline updates from:
Powered by FeedBurner